viernes, 18 de febrero de 2011

LA INQUISICIÓN EN CAÑAMERO (EXTREMADURA) .post ASG

La Inquisición fue una realidad presente durante siglos en la sociedad católica. Instrumento del poder religioso y político se llevó por delante todo lo que se desviara de la doctrina oficial y de paso a aquellos que supusieran un peligro para el poder establecido, en muchos casos lo mejor de la sociedad, los que la impulsaban a un futuro mejor con sus ideas y sus acciones.
Nadie estaba a salvo de su largo brazo ejecutor, ni en las ciudades mas grandes ni en la mas pequeña aldea; los documentos que siguen dan fe de ello. Sus métodos: el soborno y la tortura, conseguian arrancar las confesiones mas extravagantes y poner a vecinos contra vecinos, padres contra hijos y esposas contra esposos, a pesar de ser sobradamente conocidas las consecuencias de la denuncia: verguenza, desposesión de bienes, azotes, destierro, galeras, carcel perpetua y muerte en la hoguera.

Esta realidad global tambien estaba presente en Cañamero. Su propio origen en el que participan judios y moriscos (según San Vicente Ferrer) la tradición de brujas, y la que se conocía popularmente como Casa de la Inquisición, eran pistas suficientes para pensar en paisanos condenados por aquellos tribunales sombrios. Su propio rigor notarial da fe ahora de aquellos desmanes. La investigación de FERMÍN MAYORGA nos acerca a una realidad cruel con nombres y apellidos, algunos de resonancia actual.
Fachada de la conocida popularmente como "Casa de la Inquisición" en la Calle Real

LOS HEREJES DE CAÑAMERO
Por Fermín Mayorga



Hay páginas en la historia de los pueblos que están sin vislumbrar, páginas cargadas de tensiones en conflicto con la legalidad de la moral, y que las conciencias preferirían olvidar. La condición de tabú en que llegan a convertirse, hace que sin querer, atrapen al interesado en buscar informaciones de nuestro pasado. Algunos acontecimientos enganchan como una droga, y obligan a buscar hasta el fondo en los documentos escritos hace siglos convertidos en historia.
Los relatos que duermen en los documentos, despiden un aroma a veces rancio, y a veces bello, de la vida de muchos habitantes de Extremadura a quienes les tocó vivir, en unas circunstancias diferentes de las nuestras. Es imprescindible conocer la estructura social, política y religiosa, de una época para poder analizar cualquier suceso que tuviera lugar en ella.
Nada más mencionar a la Inquisición se produce una extraña reacción en nuestro subconsciente que nos hace pensar en algo prohibido, nos suena a intolerancia, censura, al recuerdo de una época que mantuvo a los pueblos de Extremadura, sumidos en un ambiente de miedo y represión. Las villas manifestaban esta realidad de una forma clara y contundente, con el famoso refrán de “con el Rey y la Inquisición chitón” razón más que suficiente, para que en las calles de los pueblos extremeños la sumisión y el miedo, cabalgasen a sus anchas.
La Inquisición de Llerena fue un instrumento de control social, la cual contaba con los medios necesarios para extender su presencia por todas las villas de Extremadura.
El objetivo de éste artículo, es dar a conocer cuanto sucedió en Cañamero con algunas personas de la villa que fueron condenadas por dicho tribunal eclesiástico. Rescataremos los nombres de personas que fueron condenadas a la hoguera, a galeras, azotadas o simplemente sometidas a vergüenza pública. Sus delitos fueron pensar de forma diferente, creer en otro Dios, o simplemente decir lo que pensaban. Todo ello les valió el calificativo de herejes, gente vaga, perdida, maleante, en definitiva, personas sin derechos, y sometidas a la justicia eclesial.

El objetivo de éste artículo, es dar a conocer cuanto sucedió en Cañamero con algunas personas de la villa que fueron condenadas por dicho tribunal eclesiástico. Rescataremos los nombres de personas que fueron condenadas a la hoguera, a galeras, azotadas o simplemente sometidas a vergüenza pública. Sus delitos fueron pensar de forma diferente, creer en otro Dios, o simplemente decir lo que pensaban. Todo ello les valió el calificativo de herejes, gente vaga, perdida, maleante, en definitiva, personas sin derechos, y sometidas a la justicia eclesial.


Los protagonistas de esta historia son hombres y mujeres que vivían en Cañamero, a quienes la Inquisición y el mismo pueblo, les colgó el “sambenito” de <>, por ello, fueron perseguidos por el Santo Oficio de la villa de Llerena. Los edictos públicos del Tribunal de Llerena se lanzaban desde los pulpitos de los templos, instaban a la ciudadanía, a la denuncia de todo aquel que no comulgase con la Iglesia Católica. El fin de los denunciados, seria el <>, la espectacularidad, el dramatismo, la violencia, el perdón, el poder, la religión, el arte, la diversión, harán del Auto algo sobrecogedor, demasiado importante, mostrando la Inquisición su poder y enseñando al resto de la población, cual es el camino a seguir para bien del cristianismo vigente. Lección, que el pueblo capta y corrobora, participando en el Auto no solo como espectador sino como pieza clave para el verdadero sentido de la causa.
Llerena, en el extremo sur de Extremadura es un símbolo. Nada más allí se vieron los procesos de los hombres y mujeres de Cañamero, así como los de otras personas extremeñas, porque en esta villa estaban sede y las cárceles secretas del Santo Oficio de la provincia de León.
Estos hombres y mujeres de Cañamero que presento a continuación, son los condenados por la Inquisición de Llerena en distintos autos de fe, espero que este artículo sea un canto a la tolerancia, y un poner en evidencia la intolerancia y la mala fe de algunas instituciones en tiempos de tenencia de poder.

LOS PENITENCIADOS: MORISCOS Y BRUJAS

MORISCOS

JUANA GARCÍA. Morisca mujer de Mingo García labrador, vecina de Cañamero de 44 años de edad, fue testificada por un testigo varón maestro Alfaquí de los moriscos de la secta en la villa de Cañamero. Se la acusa de haber hecho las ceremonias y ritos de moros, con esta testificación se mandó prender, dadas las acusaciones en publicación negó las mismas. Ante su negativa, fue votada a cuestión de tormento, y leyéndole su sentencia durante el tormento comenzó a confesar satisfaciendo enteramente. La rea afirmó haber participado de la complicidad de Cañamero con sus largas y buenas confesiones, vuelta haber en consulta fue votada a que en auto público de fe sea admitida a reconciliación y llevar sambenito a perpetuidad, así como a cárcel perpetua se le confiscaron sus bienes.

ISABEL MARTÍN. Mujer de Bernabé Sánchez, vecina de Cañamero de 38 años de edad, fue testificada por dos testigos de las mismas complicidades que la anterior rea, haciéndose con ella su causa. Fue votada a cuestión de tormento, y ejecutándole comenzó a confesar, y habiendo satisfecho al tribunal con sus declaraciones se votó a que salga al auto de fe en forma de penitente con sambenito y coroza, se le confisquen sus bienes, fuese reconciliada y llevase el hábito a perpetuidad y sea recluida perpetuamente.

MARÍA. Hija de Luís Pérez maestro Alfaquí de la secta de Cañamero, de 18 años de edad, fue testificada por su propio padre y en la primera audiencia comenzó a confesar satisfaciendo enteramente. Conclusa su causa fue votada a que saliese al auto en forma de penitente con sambenito y coroza, fuese admitida a reconciliación con confiscación de bienes y acabado el auto se le quitase el hábito y se pusiese en la casa de gente honrada donde fuese educada en las cosas de nuestra Santa Fe.
MARÍA GARCÍA. Mujer de Alonso de Granada, labrador vecina de Cañamero, de 50 años de edad, fue testificada por tres testigos de haber estado en la complicidad de la secta de Mahoma en Cañamero. Pidió audiencia de su voluntad y confesó algo de lo testificado y concluyó su proceso, el cual visto en consulta, se votó a que fuese puesta a cuestión de tormento ejecutándose el mismo. Venció el tormento y pidió audiencia de su voluntad, prosiguió en sus confesiones y le sobrevinieron dos testigos más que fueron sus hijas. Concluyó su causa y vista en consulta fue votada a salir a auto público de fe con sambenito y coroza, a ser reconciliada con sambenito y cárcel perpetua.
MARÍA GARCÍA. Hija de la rea anterior y mujer de Juan de Valverde, vecina de Cañamero de 24 años de edad, fue presa con la misma testificación que su madre negando la acusación. Concluida su causa se votó a cuestión de tormento, el cual se ejecutó y lo venció y luego pidió audiencia comenzando a confesar, le sobrevinieron otros testigos cómplices de la misma secta, declarando ser verdad las acusaciones. Fue votada a salir a auto público de fe con sambenito y coroza, y sea reconciliada en forma, con sambenito y cárcel perpetua.
ISABEL DE GRANADA. Hermana de la sobre dicha, mujer de Alonso Díaz, morisco vecino de Cañamero de 21 años de edad, fue condenada por los mismos actos que su hermana y con los mismos testigos. Fue presa y puesta a cuestión de tormento durante el cual comenzó a confesar, después le sobrevinieron cuatro testigos más también cómplices de la misma secta. Fue votada a salir a auto público de fe con sambenito y coroza, fuese admitida a reconciliación y a llevar sambenito perpetuamente, así como cárcel a perpetuidad.
ISABEL MARTÍN. Mujer de Luís Jiménez, vecina de Cañamero de 48 años de edad, de la misma complicidad que las anteriores reas, fue presa, y habiéndosele dado publicación de los delitos que se le acusa, comenzó a confesar algunas cosas de pequeña consideración. Por lo poco testificado se votó a ser quemada en la hoguera, y VSª mandó se le diese tormento in capud alienum como se hizo, le sobrevinieron otros dos testigos también cómplices, y dados en publicación a la rea, satisfizo enteramente al tribunal. Fue votada a salir a auto público de fe, con sambenito y coroza, fuese admitida a reconciliación, y llevar sambenito y cárcel a perpetuidad irremisible.

JUAN HERNÁNDEZ. Vecino de Cañamero, de 26 años de edad casado con la hija del dicho Alfaquí de los de Cañamero, fue preso por la dicha testificación y dado en publicación la declaración del testigo lo negó. Le sobrevinieron dos testigos más y volvió a negar las acusaciones de haber sido seguidor de la secta de Mahoma, fue votado a ser quemado en la hoguera y que se le diera tormento in capud alienum. Su señoría mandó se hiciese justa, y estando en el tablado antes que se le leyese su sentencia pidió misericordia, y confesó enteramente lo testificado y más con grandes demostraciones de arrepentimiento, satisfaciendo los ánimos de los jueces. Fue admitido a reconciliación, y visto por el ordinario y consultores se votó, a que llevase el sambenito irremisiblemente y que cuatro años sirviese en las galeras al remo.

MARÍA HERNÁNDEZ. Mujer de Luís Pérez Alfaquí de Cañamero, de 30 años de edad, de la misma complicidad y testificada con la misma delación, fue presa haciéndose su causa con ella. Negó la acusación de los testigos y vista en consulta se votó a relajar y a tormento in capud alienum, y su señoría mandó se hiciese justa, se le dio el tormento y lo venció. Y habiéndole dado confesores la noche antes del auto, pidió misericordia y confesó enteramente, visto por el ordinario y consultores fue admitida a reconciliación con sambenito y cárcel perpetua irremisible.
ISABEL GONZÁLEZ. Mujer del dicho Juan Hernández arriba dicho, e hija de la dicha María Hernández y del dicho Alfaquí, de 22 años de edad, fue presa con la misma testificación. Se hizo su causa y concluida con dos testigos que se le dieron en publicación, vista en consulta fue votada a tormento venciendo el mismo, y estando siempre negativa le sobrevinieron siete nuevos testigos. Se votó a ser quemada en la hoguera, con confiscación de bienes, y vuestra señoría mandó se le diese de nuevo tormento con más rigor, antes de salir al auto pidió audiencia y comenzó a confesar. No satisfaciendo enteramente salió con los demás en el auto público y estando en el tablado pidió misericordia, satisfaciendo en todo. Y por ser muchacha joven e hija de Alfaquí, y decir que aprendió lo que sus padres le enseñaban y parecer que lastimaba a todo el pueblo, se admitió a reconciliación con sambenito y cárcel perpetua irremisible con confiscación de bienes.

JUAN MARTÍN. Albañil vecino de Cañamero, de 38 años de edad, fue preso con la deposición de un testigo varón, que fue el maestro de la secta de la complicidad de la villa de Cañamero. Le sobrevinieron siete testigos más todos seguidores y observantes de la secta de Mahoma, se hizo con él su causa y estando negativo por todo el discurso de ella se concluyó la misma. Fue votado a que en auto público de fe fuese relajado a la justicia u brazo seglar, con confiscación de bienes, se le diese tormento in capud alienum, enviamos el proceso a vuestra señoría, y mandó se hiciese justamente como estaba acordado, fue quemado en la hoguera.

ALONSO DÍAZ. Vecino de Cañamero, de 40 años de edad, de la misma complicidad que los anteriores reos, con la misma testificación y contestación, fue preso y se procedió en su causa. Una vez terminada la misma y vista en consulta estando siempre negativo se votó a relajar, se le dio tormento in capud alienum confiscación de bienes, habiendo vencido el tormento se ejecutó siendo quemado en la hoguera.
JUAN DE VILLA VERDE. Vecino de Cañamero, de 37 años de edad, fue preso con el mismo testigo, en la primera audiencia que con él se tuvo comenzó a confesar, diciendo haber hecho un solo acto de moros con creencia e intención. Le sobrevinieron otros tres testigos uno de ellos su mujer, todos contestes, negando las acusaciones que se le ponían. Revocó lo confesado, depusieron contra él de nuevo otros tres testigos negando todas las acusaciones, fue votado en consulta siendo condenado a relajar, se le dé tormento in capud alienum, se le confisquen sus bienes, fue quemado en la hoguera.
MINGO GARCÍA. Labrador, vecino de Cañamero de la dicha complicidad de edad de 40 años, preso con el mismo testigo el cual dado en publicación le negó y alegó defensas, le sobrevinieron otros cinco testigos entre ellos su mujer. El reo siguió negando la deposición de ellos, concluida su causa se votó a relajar y a ser atormentado in capud alienum, se confiscaron sus bienes, venció el tormento y se ejecutó siendo quemado en la hoguera.

MINGO GARCÍA. Labrador, vecino de Cañamero de la dicha complicidad de edad de 40 años, preso con el mismo testigo el cual dado en publicación le negó y alegó defensas, le sobrevinieron otros cinco testigos entre ellos su mujer. El reo siguió negando la deposición de ellos, concluida su causa se votó a relajar y a ser atormentado in capud alienum, se confiscaron sus bienes, venció el tormento y se ejecutó siendo quemado en la hoguera.

Copia del acta original del inquisidor relativa a Mingo García y trasncrita a la izquierda

LUÍS PÉREZ FERNÁNDEZ. Morisco herrero vecino de Cañamero, Alfaquí y Maestro de la dicha Complicidad, fue reconciliado en el auto pasado que se celebró el 7 de octubre de 1601 por buen confidente y haber descubierto la complicidad de la secta de Mahoma en la villa de Cañamero. Al mismo reo se le quitó el hábito en el tablado con la intención, de que los demás moriscos al enterarse del hecho confesasen sus culpas a espera de que le ocurriese lo mismo, y por haber confesado que tenía unos libros de moros, por los cuales, enseñaba la dicha doctrina a la clandestina secta. Los libros contó el reo, estaban escondidos y enterrados en cierta parte de Cañamero, no pudiendo ser hallados le llevaron al dicho lugar para que los desenterrase y los entregase. Estando el reo en la casa del comisario de la dicha villa se fugó, y volviéndole a coger, no entregó los libros variando lo declarado sobre los mismos. Se volvió a prender, y se procedió contra él como contra falso y simulado confidente, le sobrevinieron nueve testigos más de la dicha complicidad mahometana, y entre ellos su mujer, hijas y yerno. Por las declaraciones de los testigos se constató, que el reo hacía muchas ceremonias de moros y que enseñaba la dicha doctrina por libros arábigos, todo lo cual confesó. Respondiendo a las publicaciones concluyó su causa definitivamente, durante el proceso de la misma el reo cayó enfermo, y estando próximo a la muerte se le dio confesor aunque él no lo pidió. El confesor hizo relación diciendo, que no solo no quiso confesar sino pidió que se le dejase, y así murió. El reo fue enterrado en los corrales de la cárcel, y visto su proceso en consulta, fue votado a ser quemado en la hoguera en estatua de cartón, se exhumase sus huesos y fuesen lanzados a la hoguera, y le fuesen confiscados sus bienes.

LEONOR GARCÍA. Mujer de Mingo de Azedera pastor, vecina de Cañamero, de 48 años de edad, fue testificada por siete testigos contestes de la complicidad de la secta de Mahoma. La rea negó todas las acusaciones que los testigos decían contra ella, conclusa su causa se votó a ser quemada en la hoguera, se le confiscasen sus bienes, y antes en la cámara del tormento se le diese in capud alienum, y vuestra señoría mandó se hiciese justamente, se ejecutó el tormento y lo venció, fue quemada en la hoguera.

BERNABÉ SÁNCHEZ. Morisco vecino de Cañamero, de 35 años de edad, fue preso con el dicho testigo, en la primera audiencia comenzó a confesar el ser moro con creencia e intención. A la segunda monición revocó lo que tenía confesado, diciendo razones desbaratadas como era falto de juicio, se hicieron las diligencias necesarias con el médico y el alcalde, los cuales al cabo de algunos días hicieron relación que estaba el dicho reo en su entero juicio, y que todo lo hecho era fingido. Así se continuó su causa y dado el testigo en publicación le negó continuando en su revocación, concluyó su causa la cual conforme al capitulo, se votó a tormento in capud alienum. Fue condenado a ser quemado en la hoguera, se le confiscaron todos sus bienes.
DOMINGO GARCÍA DE AZEDERA. Morisco vecino de Cañamero, de 38 años de edad, fue preso por deposición de un testigo mujer cómplice cuñada suya, de seguidor de la secta de Mahoma. En la segunda audiencia comenzó a declarar diciendo, que había hecho oraciones de moros, confesando también haber hecho otros ritos de la dicha secta mahometana. El reo negó siempre la intención, le sobrevino otro testigo varón que le acusa de las mismas prácticas, admitiendo el reo en parte se cierto lo declarado por el testigo. Fue puesto a cuestión de tormento, y durante el tormento se le quebró un brazo suspendiéndose la dicha tortura en la cámara del tormento, se vio su proceso en consulta y fue votado con algunos votos de relajación. El proceso se remitió a V.S. y mandó se viesen los procesos de esta complicidad, y si se hallase contra él reo otro testigo se juntase con los demás y se remitiese al consejo. Si no se hallase, se aguardase hasta el fin de dicha complicidad por si le viniese alguna testificación más, y en el auto que se celebró el año pasado De 1603, uno de los quemados en la hoguera en el tablado testificó al reo. El reo fue condenado a salir a auto público de fe, con sambenito y coroza, se le confisquen sus bienes, abjure de vehementi, y sea votado a llevar sambenito a perpetuidad así como cárcel perpetua.
Luís Pérez. Morisco, de profesión herrero, vecino de Cañamero, alfaquí y maestro de los moriscos de dicha villa, fue reconciliado en el auto pasado que se celebró el 7 de octubre de 1601. Se le quitó el hábito en el tablado, y por confesar que tenía unos libros de moros por los cuales enseñaba la dicha ley de Mahoma, que estaban escondidos y enterrados en cierta parte no pudiendo ser hallados, lo llevaron al dicho lugar para que los desenterrase y entregase. Estando en casa del comisario de la dicha villa se escapó, y volviéndole a coger no entregó los libros, antes varió en éstas declaraciones que tenía hecha en cuanto a ellos. Se volvió a prender y se procedió contra él como contra falso y simulado, vista en consulta su causa se votó a tormento, poco después cayó enfermo y estando próximo a la muerte se le quiso dar confesión diciendo que le dejaran. Murió en las cárceles secretas de este Santo Oficio, su cuerpo fue enterrado en los corrales de las cárceles. Visto su proceso se condenó a ser quemado en la hoguera, se le confiscasen sus bienes, siendo quemada su estatua, exhumado sus huesos y lanzados a las llamas”.
Como hemos podido comprobar en estos documentos, la villa de Cañamero tenía una muy organizada comunidad clandestina de moriscos; éstos de cara a la galería, ocuparían los primeros lugares en los templos, pero al llegar a sus casas tirarían los rosarios y medallas que llevasen y abrazarían como hicieron sus familiares en tiempos anteriores el Corán. Hombres y mujeres nativos de la villa, cuyo pecado fue pensar de forma diferente, los sambenitos de los reos se colgaban en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, la misión del atuendo difamatorio era la de perpetuar la infamia del reo y la de todas sus generaciones, convirtiéndose el templo en un verdadero humilladero público. Los descendientes de herejes ya no podrían montar a caballo, vestir de color carmesí, trabajar en trabajos públicos, viajar a Indias, ni utilizar oro ni plata, quien osase violar algunas de estas prohibiciones sería condenado por la Inquisición de Llerena.
Espero que esta pequeña historia de Cañamero cargada de tensiones, humillaciones, recelos, desprecio y falta de respeto de vecinos de la villa hacia otros vecinos de la misma solo por pensar de forma diferente, no se vuelva a repetir. Qué esta realidad histórica sirva de ejemplo para que algunas instituciones revisen su currículo histórico, y antes de querer ver la paja en ojo ajeno revisen los suyos cargados de pesadas vigas negras. Espero que estas páginas sirvan para reconocer y desenmascarar a los verdaderos herejes de la historia.
SAQUEN SUS PROPIAS CONCLUSIONES

LAS BRUJAS

La brujería o hechicería fue perseguida sañudamente por la Inquisición, sobre todo por que tales prácticas siempre fueron consideradas diabólicas y que las personas que las realizaban estaban poseídas por el demonio. Los Tribunales del Santo Oficio estaban al acecho de estas desviaciones, pero mientras que en la vida pública un ciudadano no se apartara del camino trazado, ni mezclara cuestiones divinas o dogmas de fe, el Santo Oficio no solía intervenir en cuestiones que no rozaran estos conceptos. Solo lo hacía cuando alguien había invadido o traspasado el campo de la herejía,

Las personas señaladas de brujas o hechicera, en caso de que hubieran realizado algún acto herético, hecho pacto implícito o explicito con el demonio, o el haber usado objetos sagrados y de culto en sus actuaciones, se les imponían como único castigo algunas penas saludables, es decir, como mucho de 100 a 200 azotes por las calles más principales y frecuentadas, así como destierro por cierto tiempo de la ciudad donde solía vivir.

Para poder enjuiciar con objetividad estas conductas, hay que tener presente el estado en que se hallaba inmerso el país, en donde había pocos letrados y un elevado porcentaje de analfabetos. Épocas medievales o renacentistas, en el que las clases menos favorecidas de la sociedad luchaban cotidianamente por una mísera subsistencia; donde las mujeres no contaban para nada y estaban a merced de las imposiciones o caprichos de los hombres; un país donde la picaresca tenía asiento propio por carta de naturaleza, y donde los mas osados buscaban seguro refugio para sobrevivir, arrodillándose ante el Rey cuando lo veían y, a Dios cuando se oía la campanilla que iba delante del viático de los enfermos. Era mentalidad abonada por la credulidad y la ignorancia, diferente e incomprensible en nuestros días. Es lógico pensar que estuviera en primer plano lo misterioso y se le concedieran excesivo crédito a cuanto en tal sentido pudiera decirse, por lo que afectaba a personas emotivamente dubitativas, pusilánimes, medrosas o atemorizadas los más mínimos accidentes, como el cerrarse una o varias puertas violentamente, los ladridos insistentes y a deshoras de perros, el maullido o reunión de gatos en una riña, un gallo que canta en tiempo inusual, en una palabra, cualquier causa fortuita, era motivo más que suficiente para que se estableciera la relación causa-efecto, y se le adjudicara a las brujas y hechiceras asociándolo con los demonios y sus secuaces que, por otra parte, ellas no trataban de desmentir o desvelar, sino por el contrario, con frases ambiguas de las que eran verdaderas maestras, daban a entender que todo ello se ejecutaba a su petición mediante sus conjuros, oraciones y otras habilidades nigromantes.
La Inquisición, tan severa con los penitenciados, y a la vez indulgente en esta clase de delitos, en Extremadura según los documentos observados, no se quemó a ninguna mujer por bruja o hechicera. En sus declaraciones ponían de manifiesto los sistemas y medios empleados, siendo frecuente que todo cuanto habían realizado se lo imputaban a otras personas, las más de las veces difuntas, para no involucrar o implicar a las que vivían.
Normalmente, estas personas intervenían la mayoría de las veces en casos de amoríos, a ellas acudían las mozas para saber del conocimiento de su pareja; de la existencia de algún amante, si la quería o detestaba; si el casamiento se había de celebrar de inmediato o, por el contrario, no se realizaría. Para que hiciera impotente –ligara- al que no se mostraba propicio a entregarse a su apasionado amor o, para que deshiciera el maleficio de impotencia –desligara-, lo que otras hechiceras hubiesen hecho a su amante o esposo; Las mujeres casadas y afligidas que sospechaban o querían saber si era cierto, que sus maridos tenían secretas relaciones amorosas o carnales con otras mujeres.
Generalmente, para ligar a una persona, las hechiceras le pedían a las interesadas algún objeto de la pertenencia, o trozo de su vestido, o una prenda sobre la que había de recaer el hechizo, que normalmente era: en los hombres, unos pedazos de sus vestidos, cabellos de la cabeza u otras prendas; para las mujeres, si eran doncellas, surtían un gran efecto una parte de la camisa: en los amancebados y casados, si ello era factible, lo más efectivo y eficaz, o lo más frecuente, era administrarle algunos potingues bajo el aspecto de chocolate u otras bebidas, y el rezo de los conjuros los cuales veremos mas adelante.
También nos vamos a encontrar en el mundillo de las hechiceras de la comarca, con los “cercos” que era uno de los ritos principales e indispensables dentro del arte de la hechicería. Todo consistía, como su nombre indica, en trazar en la tierra o en el suelo una circunferencia, unas veces visibles, al realizarlos con trozos de carbón, yeso o cal, y otros invisibles, colocándose de rodillas en el centro, y dar vuelta con los cabellos sueltos o simplemente con la mano, que simbolizaba la separación de la tierra con los cielos, y para que se abrieran las puertas de los infiernos dando suelta y paso libre a los demonios para que acudieran al centro del cerco.
Recitaban el conjuro pertinente y apremiaban a los diablos a que les respondieran a los que les preguntaban; aunque en un principio se resistieran, al fin, tras mucho insistir contestaban por medio de extraños signos externos como el rebuznar de un asno, el mugir de una vaca, el maullido de un gato, el ladrido de un perro, la caída fortuita de un objeto, o el silbido algo mas fuerte que lo normal del viento que solo ellas sabían interpretar.
Conseguido su propósito, la bruja o hechicera obsequiaba y agasajaba a los demonios con perfumes, almendras, confites y otras golosinas; toda una fantástica ceremonia a la que en algunas ocasiones hacia participe a la consultante o clienta. Veremos como los animales, juegan un papel importante en toda esta historia; estos seres vivos eran sus familiares. A veces duendes u otros demonios en formas de bestezuelas que ayudaban a las brujas y hechiceras nefandas. En la fantasía de las brujas, existían infinidad de animales a los que consideraban “familiares”, entre ellos el gato negro, los sapos, las serpientes, los erizos, perros, el macho cabrio, y un largo etcétera.
Ante esta realidad, la Inquisición iba a intervenir y la persecución y castigo de este tipo de comportamientos se iba a llevar a efecto. Fueron muchas las brujas en toda España, que tuvieron que enfrentarse a juicio con el Santo Oficio, vamos a ocuparnos de las de Cañamero, que con sus hechizos, amuletos, conjuros y oraciones tenían mediatizada a toda la población. La principal habilidad de estas personas, consistía en decir a sus victimas aquello que estaban deseosas de escuchar, convenciéndolas de que los males y achaques que padecían tenían solución, y que solo ellas podían ofrecérsela por un módico precio si lo comparamos con la utilidad de los resultados.
Una vez que se veían ante el Tribunal del Santo Oficio, a pesar de la variada casuística, todos los acusados de estos delitos presentaban algo en común. Me refiero a la utilización de palabras y objetos que la religión oficial tenía el deber de salvaguardar y dedicar a otros fines más graves. Lo contrario suponía incurrir en herejía y el Tribunal inquisitorial se había creado precisamente para estos menesteres.



MARÍA GONZÁLEZ. Mujer de Juan Moreno, fue testificada en la visita que hizo el inquisidor general Serrano Osorio a la villa de Cañamero y su partido, fue mandada prender en cárcel secreta en cadena de argolla, siendo presa el 4 de septiembre del mismo año. En primera audiencia declaro ser verdad los hechos. Tenia mas de 35 años de edad, y preguntada si conocía la causa de su prisión, dijo algunas cosas contra sus hermanas, y contra sí, no dijo nada. Una testigo declaró que era embustera, y que hacia remedios para que los hombres quisieran bien a las mujeres. Y que por el mismo tiempo, le había sido vista en su casa una virgencita blanca, que decía la rea ser su casa otra iglesia para orar.
Para saber las voluntades ajenas, ofrecía a las personas pelos blancos para echar en las comidas y saber las intenciones de las gentes. La rea, tenia en su casa una imagen de Santa Marta que llaman la diabólica con velas encendidas, a la cual hacia los siguientes conjuros para atraer a los hombres a las mujeres que le habían solicitado su servicio. Cogía unos naipes y mientras barajaba decía.
“Marta, Marta ni la digna ni la santa, a la que por los aires anda, a la que se encadena y por ella nuestro padre Adán peco y todos pecamos, del demonio del pozo al del reposo, del reposo al que suelta al preso, al que acompaña al ahorcado, al diablo cojuelo, al del rastro, y al de la carnicería, que todos juntos os juntéis, y en el corazón de (tal fulano) entréis, guerra a sangre y fuego le deis que no pueda parar, hasta que me venga a buscar, demonio cojuelo tráemelo luego, demonio del peso tráemelo presto”,
Y habiendo dicho esto, el hombre vendría tal día por la mañana a la puerta de la casa de la moza que quería novio, si entraba en la casa enojado que le hiciese una cruz con los dedos de la mano derecha sin que él lo viera, y pronunciando su nombre dijese: “Fulano tente en ti, pues que dios murió por ti” repitiéndolo tres veces, y después dijese:
“yo te conjuro con esta cruz, con la santa Veracruz, y con la cruz de tu frente, que me quieras mostrar y decir el amor que me tienes”. Con estas palabras dicha al tal pretendiente, se le quitaría el enojo y la amaría más que a su alma.
Otro de los procedimientos que empleaba la tal María, era encender una vela y rezar un credo a las animas del purgatorio mientras hacía “el sortilegio de la toca”, que disimuladamente consistía en la colocación de un naipe bajo el ara de un altar y esperar, a que se dijeran tres misas con sus correspondientes evangelios concelebradas por tres sacerdotes, y después “tocar” con el naipe durante tres días: el de Navidad, de San Juan y el Jueves santo, antes de la salida del sol al que deseara seducir. Las palabras del conjuro eran las siguientes.
“Con dos te veo, con cinco te ato, tu sangre te bebo, el corazón té parto, con las parias del vientre de tu madre, la boca te tapo, fulano vengas tan humildemente como la suela de mis zapatos”.
Para que los hombres se fijasen en las mujeres, María González traía ostias consagradas para hacer conjuros, dándolas por la cuaresma a las clientas que se las solicitaban. Cuando María cayó en manos de la justicia inquisitorial, fue sentenciada a auto publico de fe con insignia de hechicera, abjurar de levi, y ser llevada a la vergüenza pública, además de darle 200 azotes y ser desterrada por dos años de Cañamero y su termino.

Una tal Dominga Rodríguez, alias “La Palanca” natural de Cañamero y viuda de Nadal Gomes, fue acusada de bruja, hechicera y embustera por cuatro testigos en 1639 durante la visita que hizo a la villa el inquisidor Serrano. Se le acusó de hacer conjuros y remedios, con ellos conseguía que los hombres quieran más a las mujeres aplicando los siguientes elementos.
Daba seso de asno negro y, decía ser bueno para hacer lo que se quiere de la persona a quien lo da a comer, y que en tres bocados de pan hizo venir un hombre de muy lejos. Y para desligar los hombres maleficados, busca agua bendita y gente de tres parroquias. Para separar un hombre de una mujer y destruir su amor, utilizaba ladrillos de las sepulturas de los hombres muertos del cementerio, mezclándolos con agua bendita. Para quitar el mal de ojo, hacia el conjuro de las habas negras poniéndolas en los ojos de un gato negro muerto y enterrándolo a media noche donde había de permanecer hasta que granasen nuevas habas, moliendo las mismas y lanzándolas al umbral de la persona a dañar.
Fue presa y llevada a las cárceles secretas de Llerena, siendo condenada a salir en auto de fe con sambenito, coroza, y con insignia de hechicera, se le confiscasen sus bienes, se le diesen 200 azotes y fuese desterrada de la villa de Cañamero por tiempo de cinco años.
MARÍA ALONSO. Mujer de Pedro Duran, herrador de Cañamero, según la narrativa del pedimento fiscal de 22 de noviembre de 1718, fue delatada de supersticiones. Fue delatada por varias vecinas de la villa por hechicera, contaban las testigos que decía la rea, que para tener paz en su casa y que el diablo no entrara en ella y la amase todo el mundo, había hecho el Zajumerio del romero en diferentes veces en dicha casa. Daba tres bendiciones al romero antes de encenderle, diciendo al tiempo de hacer las bendiciones en cada una de ella; en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, romero sois nacido y no sembrado, dame de la virtud que Dios te ha dado, que entre en mi casa el bien y salga el mal. Terminada la dicha oración encendía el romero y Zajumaba la casa, y se ponía a la puerta diciendo, “entre el bien y salga el mal”. Las testigos contaron que en sus casas hizo el zajumerio, y que nunca hizo efecto. La rea fue llevada a las cárceles secretas de la Inquisición de Llerena donde está a espera de auto.

Estas han sido las brujas de Cañamero, seguro que habría más, de momento éstas las tenemos seguras. La ignorancia, la necesidad de una cosa y el temor de la contraria, la incertidumbre angustiosa del porvenir, dependiente del libre albedrío del hombre y de la voluntad divina, son las causas psicológicas que en todo tiempo han impulsado a la humanidad a pretender rasgar el velo misterioso de las cosas ocultas y de los sucesos futuros. Espero que esta pequeña historia de Cañamero cargada de tensiones, humillaciones, recelos, desprecio y falta de respeto de vecinos de la villa hacia otros vecinos de la misma solo por pensar de forma diferente, no se vuelva a repetir. Qué esta realidad histórica sirva de ejemplo para que algunas instituciones revisen su currículo histórico, y antes de querer ver la paja en ojo ajeno revisen los suyos cargados de pesadas vigas negras. Espero que estas páginas sirvan para reconocer y desenmascarar a los verdaderos herejes de la historia.



Fermin Mayorga es una autoridad en la materia. Natural de Cheles (Badajoz).
Investigador de la Inquisición de Llerena.
Es ganador en el 2008 del Premio Hispano-Luso José Manuel Sarabia por el trabajo “Los Herejes del Guadiana Fronterizo”.
Ha presentado trabajos en diversas jornadas de Historias: Jornadas de Historia de Llerena, Jornadas de Historia del Ducado de Feria, Jornadas de Historia Fuente de Cantos, Jornadas de Historia de Valencia de las Torres y otras.
Ha dado conferencias sobre el tema dadas en Alburquerque, Brozas, Valencia de Alcántara, Cheles, Villanueva del Fresno, Villanueva de la Serena, Zafra, Ateneo de Badajoz, Hervas y La Parra.
Colabora en las revistas Raya Viva, Alcantara, Ars Et Sapientia y otras.

Mas información en mayorgainquisición.blogspot.com

Mayorga durante la conferencia impartida en Cañamero


fuente
http://www.ayuntamientocanamero.org/INQUISICION/inquisici%C3%B3n.html

La Inquisición.post ASG


La InquisiciónTribunal eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII. En 1231 el Papa Gregorio IX la organizó definitivamente, confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario, se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos y a los relapos (reincidentes en la herejía) a diversas penas, hasta la máxima, de muerte en la hoguera. Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de existir en el siglo XV. En España, por el contrario, fue potenciada por los Reyes Católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida por las Cortes de Cádiz(1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes de su definitiva extinción en 1834. En América, la Inquisición fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en México, Lima y Cartagena de Indias. Sólo tenía jurisdicción sobre criollos y españoles y no sobre los indios.

En 1184 se reunió en Verona un concilio, convocado y presidido por el Papa Lucio III, a fin de adoptar medidas para combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos, que se reservara a la Santa Sede los juicios de herejía en los que conocería por medio de delegados y tribunales propios. Los obispos, instituidos en jueces y representantes del Papa, deberían fallar las causas de herejía, imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular.

El edicto del Concilio de Verona no fue suficiente para detener el avance de la herejía, e Inocencio III reunió el IV Concilio de Letrán(1215), en el que se decidió la creación de jueces inquisidores especiales, encargados de descubrir y sancionar a los herejes. El primer inquisidor nombrado por el Pontífice fue Domingo de Guzmán, que estableció su tribunal en Tolosa(Francia) hacia 1216. En 1218 la Inquisición funcionaba ya en Alemania, Inglaterra, Italia y España, y se extendía a toda la cristiandad. En 1252 Inocencio IV confió los tribunales del Santo Oficio a los dominicos y franciscanos. Durante la Edad Media la Inquisición alcanzó gran preponderancia no sólo religiosa sino también política, sobre todo en Italia y España. La conducta de algunos inquisidores y su intromisión en las disputas temporales minaron su prestigio. En 1560 fue abolida en Francia. España la implantó en sus colonias en América, los reyes le otorgaron también la potestad civil, y con atribuciones cada vez más restringidas, funcionó hasta 1808, en que fue suprimida por Napoleón; no obstante, tornó a reestablecerse en 1814 y fue abolida definitivamente en 1834.

La Inquisición en América

En relación con una época en que los gobiernos establecidos consideraban la unidad de la fe religiosa como base de su política, el tribunal del Santo Oficio, que gozaba en España de un poder que ni siquiera se detenía ante los miembros de la familia real, fue encargado en América de la policía de costumbres, de reprimir los extravíos de una mística irrefrenada, de extirpar todo retoño del islamismo y del judaísmo, que habían sido eliminados de la metrópoli, y de impedir la entrada del protestantismo en las nuevas tierras. Su instalación en América no fue inmediata a la conquista; Jiménez de Cisneros dio ciertos poderes inquisitoriales a los obispos de Indias en 1517, cuando le fueron denunciados crímenes y delitos de herejía y de apostasía, pero la inquisición peninsular se negaba a delegar sus facultades y pedía que le fuesen remitidos los reos desde las Antillas. La primera designación legal fue la hecha por el inquisidor Adriano en favor del obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, en 1519.

En tiempos del arzobispo Zumárraga(1527-1548) se celebraron autos de fe en México, con 131 procesos(13 contra indios); en uno se reconcilió Andrés Marván, acusado de luteranismo; en otro se reconcilió el judaizante Francisco Millán, y en otro fue condenado el cacique de Tezcoco, Carlos Chichicatécotl, acusado de sacrificios humanos a los dioses aztecas. La muerte del cacique de Tezcoco preocupó al inquisidor general en España, que ordenó una revisión del proceso, y fray Zumárraga recibió advertencias sobre el trato a los indios, contra los cuales se procedió desde entonces con más benignidad, hasta excluirles luego enteramente "por ser nuevos en la fe, gente flaca y de poca sustancia". En tiempos del obispo Montúfar, sucesor de Zumárraga, a mediados del siglo XVI, un italiano fue reconciliado por luteranismo, María de Ocampo por pacto con el demonio, Roberto Thompson condenado a tres años de sambenito por luteranismo, etcétera.


Las Cédulas de Felipe II autorizando el establecimiento del Santo Oficio en América fueron firmadas a principios de 1569 y a mediados de 1570. A fines del siglo XVII comenzó la declinación de este organismo; su actividad se amortiguó en el XVIII, y fue suprimido a principios del siglo XIX.

Según José Toribio Medina, del análisis de unas 1.500 causas juzgadas por el Santo Oficio en América, se especifican los siguientes casos: 243 por judaizantes, 5 por moriscos, 65 por protestantes, 298 por bígamos, 40 por aberraciones sexuales, 140 por herejía, 97 por blasfemia, y 172 por brujería.

El Santo Oficio tuvo tres centros en América: el de México, el de Lima y el de Cartagena(Colombia). En México comenzó a funcionar el tribunal de la Inquisición en noviembre de 1570. Los primeros procesos fueron hechos a extranjeros acusados de luteranismo. De 30 ingleses pertenecientes a la expedición de Juan Hawkins, dos o tres fueron quemados, otros condenados a azotes y siete a servir en conventos; y en el siglo XVI y comienzos del XVII hubo unos 30 juicios contra luteranos y calvinistas. El 28 de febrero de 1574 hubo un gran auto de fe con la presentación de 74 reos, de ellos 36 luteranos; el 8 de diciembre de 1596 los penitenciados sumaban 66, de los que se reconciliaron 22 judaizantes, y fueron quemados nueve en persona y diez en efigie; el 26 de marzo de 1601 fueron presentados 124 penitenciados, cincuenta de ellos judaizantes; se quemó a 10 en efigie y a cuatro en persona; y el más aparatoso de los autos de fe, culminación del período más activo de la Inquisición en Nueva España, fue el del 11 de abril de 1649, con 109 penitenciados y 13 relajados en persona, de los cuales sólo uno murió en la hoguera, Tomás Tremiño de Sobremonte. En 1659 hubo 7 relajados, uno en 1678, uno en 1699, y uno dudoso en 1715. No todos los relajados iban a la hoguera; a algunos, por circunstancias atenuantes, se les daba garrote, instrumento usado para los condenados a muerte.

En Lima se estableció el Santo Oficio en 1570, meses antes que en México. El tribunal limeño organizó vastas redadas contra los protestantes y los portugueses acusados de judaísmo; en 1581 procedió contra Juan Oxemham; Enrique Oxley fue quemado el 5 de abril de 1592; los hermanos Tiller fueron salvados de las llamas y ejecutados por garrote; nueve de los doce marinos de Tomás Cavendish, capturados en Chile, fueron colgados; los restantes se reconciliaron. En la persecución contra los judaizantes portugueses murió en las llamas, el 23 de enero de 1639, el médico de Concepción (Chile), Maldonado Silva, y el acaudalado Manuel Bautista Pérez corrió la misma suerte; en 1688 fue abierto proceso a la revelandera Angela Carranza, de Tucumán, condenada a la reclusión en un convento. Durante los 230 años que funcionó la Inquisición en Lima sólo hubo 30 relajados, y de ellos no murieron en las llamas más que 15. Chile y Buenos Aires estaban sujetos a la jurisdicción del Santo Oficio limeño.

Del tribunal de Cartagena dependían los arzobispados de Santa Fe y de Santo Domingo, y los obispados de Cartagena, Panamá, Santa Marta, Popayán, Venezuela, Puerto Rico y Santiago de Cuba. Comenzó sus tareas en 1611 y tuco menos oportunidad de destacar su actividad que los de México y Lima; entendió generalmente en causas de brujería, blasfemia y bigamia, y los autos graves, como el que llevó a la hoguera al inglés Adán Haydon, fueron muy raros. La población colonial protestó con frecuencia de los procedimientos del Santo Oficio, y por otra parte las autoridades y el clero se quejaban de su ineficacia.

La extensión enorme de los territorios comprendidos en las jurisdicciones de los tres tribunales del Santo Oficio hizo que las causas demorasen a veces muchos años y entre tanto los acusados tenían que permanecer en las prisiones de la Inquisición. En la época del enciclopedismo y de librepensamiento, el Santo Oficio habría encontrado amplio campo de acción, pero cuando esa ideas penetraron en América por los más diversos caminos, la Inquisición había perdido su omnipotencia y sus intervenciones se volvieron cada vez más raras. Se destacó en sus últimos años como instrumento de dominación política.


Referencia: Santa Inquisición, definiciones e historia, Santa Inquisición en América
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